El dilema naturaleza-aprendizaje ha sido un tema recurrente desde que empecé a estudiar Psicología, pero creo que además es un tema que implícitamente está en muchas de nuestras interacciones. Cuando asumimos que las conductas humanas están determinadas biológicamente, restamos mucho al ser humano como individuo activo, aunque evidentemente es bastante tentador caer en este extremo, pues no se puede negar que hay fenómenos humanos que serían increíbles si no se pudieran atribuir a la genética o a algún mecanismo biológico. Por ejemplo, el que dos hermanos que nunca se han conocido tengan actitudes o, incluso, patologías similares.
Irse al otro extremo también sería exagerado, pues no todo es moldeado por el ambiente, aunque éste tiene una carga importante. Creo que el ejemplo que más me sorprende es la comunicación, sea verbal, gestual o cualquiera de sus variantes. Aún cuando hay aspectos universales, está muy cargada por factores culturales y del contexto más cercano, el familiar. Por ejemplo, llamas a la casa de una amiga, te atiende su mamá, pero el tono de voz es tan parecido que la confundes y hasta que no te dice “no soy fulanita” no te das cuenta del simpático error.
No me había planteado este dilema con respecto a los comportamientos éticos. Creo que asumía que se habían aprendido mediante procesos de modelaje e introyección de figuras positivas o, en todo caso, negativas. Creo que al tratar estos temas sería realmente útil poder recordar el primer comportamiento moral que tuvo cada uno y así identificar los factores que nos llevaron a tal conducta. Dado que la tecnología está avanzando tanto, quizás los esfuerzos deberían dirigirse a crear herramientas que permitan a los niños (incluso bebés) almacenar información sobre los procesos mentales y la conducta. Claro, esto no es un asunto simple y probablemente encuentre muchos adversarios dentro de la Psicología, aunque no me extrañaría que de un momento a otro los dilemas éticos que tengamos que enfrentar se dirijan en esta dirección.
Volviendo al tema inicial, parece que vivimos una época en la que no es ni una cosa ni la otra sino una “mezcla integrada y dinámica” de todo lo que era antes. Es así como siempre terminamos hablando de interacciones y relaciones muy complejas que hacen muy difícil comprender al ser humano, lo cual impacta directamente a la Psicología.
Una de esas soluciones “integradoras” es la que alude a que el ser humano se adapta a su ambiente en función de sus recursos biológicos, características de personalidad (que, a su vez, tienen componente genético y experiencial), relación con otros, y muchos factores más. Nos quedamos sin respuesta clara, especialmente si el objetivo es intervenir, pues aunque estos elementos se relacionen en sistemas, implica que la modificación en uno impacta en el resto, en términos prácticos es muy difícil lograr una intervención potente. La falta de especificidad es un asunto que atormenta a la Psicología, a los psicólogos y a los estudiantes de la misma, pero divierte a los críticos y a los que asumen una postura fatalista con respecto al futuro de esta disciplina.
Aunque, hasta el párrafo anterior, pareciera que estoy en contra de esas respuestas que describen, explican o predicen a partir de la interacción de elementos, no es así. Yo, en mi proceso de aprendizaje y en mi proceso vital, he entendido que se trata de una cuestión dinámica en la que interactúan una serie de variables. Sin embargo, esto no evita que me angustie tener que responder de este modo y en algunos casos siento que no estoy respondiendo nada.
Creo que el dilema naturaleza-aprendizaje tiene que ver con el miedo de los psicólogos a dejar de ser útiles para la sociedad, pues si todo estuviera determinado biológicamente, poco es lo que podríamos hacer como profesionales de la conducta y los procesos mentales, pues partimos de la posibilidad de cambio, el cual no tendría sentido si todo se explicara por mecanismos biológicos. Quizás por eso, a pesar de que no me inclino por una postura totalmente biológica o totalmente psicológica, creo firmemente en que la experiencia tiene un peso sustancial. ¿Qué puede estar más allá de la experiencia? Es una postura arriesgada, pues podría ser equiparada a las nociones más antiguas (y ya superadas) de la Psicología. Me refiero al punto de vista funcionalista de James, quien identificaba a la mente con la conducta adaptativa y terminó afirmando que la conciencia iba a desaparecer, pues ni siquiera existía como entidad, sino que sólo existía la experiencia. Eso es lo que hoy conocemos como empirismo radical (Leahey, 2005).
Sin intención de negar lo biológico, no tengo ninguna duda de la importancia de los aspectos psicológicos, pero me niego a aceptar cualquier tipo de determinismo y creo que, en muchos casos, cuando se alude a lo biológico se hace demasiado énfasis en el no poder hacer nada para cambiar y eso me asusta por sus implicaciones para la Psicología. Pero más allá de mi temor, estoy de acuerdo en que la moralidad no es un fenómeno universal que indica modos de comportarse correctos o incorrectos, pero no entiendo que se defina como una estrategia adaptativa para lograr la supervivencia de la especie (La Rocca, s.f.), al menos no de modo directo.

¿Acaso no es evidente que todas las sociedades tienen una “moralidad” que les pertenece? Para mí esto es obvio, aunque definitivamente esa moralidad no es universal. No es igual ser moral en Venezuela que en Arabia Saudita o en Omán. Y el clásico ejemplo es el de la consideración sobre las mujeres. Aquí en Venezuela no es “moralmente incorrecto” que una mujer salga mostrando su rostro, pero esa misma conducta no es bien vista en los países del mundo árabe. En la misma línea, los hombres que se casan con más de una mujer no sólo cometen un acto que legalmente es sancionado según las leyes de la mayoría (por no decir todos) de los países de este lado del mundo, sino que es “moralmente incorrecto”, no así en el mundo árabe. De ahí que haya diferencias con respecto al tema de la moralidad que se asocian a la cultura y a otras variables, pero es difícil defender que esto sea adaptativo, en este caso, para las mujeres árabes, quienes aunque me imagino deben estar acostumbradas a este estilo de vida, desde mi etnocentrismo, no sé si yo podría tolerar una situación similar y no puedo ver los beneficios de esas creencias para la continuidad de la especie.
Una situación que vivimos más de cerca tiene que ver con la virginidad. La abuela de mi mamá se casó a los 14 años, y lo hizo tarde para la época, casi de inmediato tuvo su primer hijo. Mi mamá se casó a los 24, y yo siempre le digo que se casó demasiado pronto, a los pocos meses supo que estaba embarazada. Actualmente, si una niña tiene relaciones sexuales a los 14 años (supongamos que no se trata de abuso sexual) es un hecho inmoral, pero hace unos años, era sólo la norma.

Creo que esta sociedad tiene mucha intolerancia al error, y eso tiene que ver con la moral. Ejemplo reciente y que despierta pasiones: el mundial de fútbol Sudáfrica 2010. En el primer partido de Inglaterra, que se enfrentaba a Estados Unidos, el portero inglés Robert Green cometió un error futbolístico y los medios de comunicación señalaron de manera masiva que ello podría costarle la titularidad a Inglaterra (Prensa Latina, 2010). Y yo me pregunté, aceptando mi ignorancia en el tema del deporte, ¿cómo pueden culpar a una sola persona de perder la oportunidad de clasificar si se trataba del primer partido, si es un deporte de equipo, si fue un sólo gol? Y tantas otras interrogantes que surgen al respecto. Yo no cuestiono el error, pero sí la intolerancia manifiesta y, sobre todo, el que no se le haya permitido a este jugador participar en el siguiente partido de la selección en el Mundial. ¿Qué mensaje se transmite a la futura generación que le quedan muchos errores por cometer? Desde mi punto de vista, esto tiene que ver con los deseos de perfeccionismo, inmediatez y diversidad que la juventud asume como valores de vida. Estos valores tienen que ver con la tecnología, con el acceso a comodidades de manera rápida y extensiva, con la posibilidad de tenerlo todo y, en todo caso, quererlo todo. ¿Cómo podemos cuestionar la importancia de la Psicología en eventos tan cotidianos donde lo biológico sólo se presenta en el fondo del escenario?
Entonces, creo que esto es un asunto de definir adaptación. La moralidad no es adaptativa en el sentido biológico, de hecho, creo que hay quien vive prescindiendo de ella y es feliz, porque puede vivir en función de sus ideales, de lo que significa bienestar para esa persona en particular o de la sociedad en la que vive. Esta persona se ha adaptado a su contexto, pero no por ello la naturaleza lo seleccionó para expandir su descendencia.
La moralidad es necesaria y tiene que ver con las expectativas, con la cultura, con la experiencia acumulada, pero no creo que venga transcrita en ningún gen, no se transmite de una generación a otra. Es adaptativa en el sentido de ajustarse a la sociedad en la que se aplica. Es necesaria porque permite la convivencia con los semejantes, porque el comportamiento ético es una especie de norma que rige nuestras vidas, es el superyo del Psicoanálisis, la castración tan justificada en una sociedad que puede llegar al caos. En ese sentido sí permite la supervivencia, pero a través de mecanismos individuales y sociales que, inevitablemente, impactan en la consecución de la especie.
Perder la virginidad a los 14 años, compartir el marido con otro grupo de mujeres o asumir los errores no alargan la vida y no seleccionan para la supervivencia, sino que tienen efectos psicológicos importantes que impactan en nuestras vidas y la posición que asumimos ante esos eventos nos hacen más o menos aptos en función de la sociedad en que vivimos. ¿Podemos prescindir de la moralidad? No. ¿Podemos prescindir de las variables biológicas? No. ¿Podemos prescindir de los aspectos psicológicos? No. Todos tienen una carga importante en lo que termina siendo el producto final, pero no todos tienen la misma ponderación. El comportamiento ético debe mantenerse y, en muchos casos, modificarse, pero ello tiene que ver con intervenciones en la sociedad y en ello la Psicología debe tener un rol activo. Todo eso me compromete mucho más en mi trabajo como futura psicóloga y me lleva a entender que esta discusión surge porque no somos perfectos, somos diferentes y necesitamos respuestas. Los psicólogos no pueden resolver todo, pero tienen algo que aportar. Es momento de destacar, como profesionales y como ciudadanos, en la sociedad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
La Rocca, S. (s.f.) La ética y la Psicología desde una perspectiva ultradarwinista. Revista de Psicología y Ciencias Afines, 6-12.
Leahey, T.H. (2005). Historia de la Psicología. (6ta ed.). Madrid: Pearson Prentice Hall.
Prensa Latina (2010). Capello sacó de la nómina inglesa al portero Green. Recuperado en Junio 14, 2010, de http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=198788&Itemid=1