jueves, 1 de abril de 2010

Acepto mi heterosexualidad

Como se ha vuelto tan común declarar lo que uno tiene, lo que profesa y lo que es, aprovecho para aceptar que soy heterosexual. Al menos, temporalmente. En este mundo de inmediatez, emocionalidad y hechos efímeros, si eres persona de palabra no deberías anunciar que eres algo como que si eso no pudiera cambiar.
Mi intención no es hacer una burla del comunicado de Ricky Martin. Todo lo contrario. Respeto absolutamente a todo aquel que decida asumir lo que es, no importa el tiempo que haya pasado. Creo que la noticia de Ricky Martin es muy importante, porque sirve de ejemplo para muchas personas que sufren guardando secretos similares y no tan similares. Quizás este asunto de "aceptarse" demuestra la necesidad que tenemos de la aprobación externa, un intento por encajar en el saber popular: "Valórate tú para que otros lo hagan".
Mi crítica es contra la sociedad en la que vivimos, que arma un alboroto de la noticia, pero no por lo atípico que resulta que una persona tenga que declarar que es lo que es. Escuche con bastante frecuencia, en relación a la declaración del artista: “No me sorprende”. A mí sí me sorprende, me sorprende que parezca normal que un ser humano tenga que vivir escondiendo sus preferencias, sean éstas sexuales o no. ¿En qué clase de mundo vivimos? Desde cuándo uno tiene que aceptar lo que es.
¿Cuántos secretos ensombrecen nuestras vidas? Todos los tenemos, algunos son mucho peores que el de Ricky Martin. Ser homosexual no es un pecado, no es una enfermedad física y tampoco mental, no es una discapacidad, no es un crimen y no debería ser un problema. Las personas homosexuales tienen una orientación sexual diferente que debe ser respetada. ¡Cuánto nos cuesta entender que otros son diferentes! Por eso es que callamos tantas verdades, intentando aparentar ser como los otros, lo cual produce una terrible sensación de angustia y frustración, porque terminamos siendo lo que no somos y hablando de lo maravilloso que es ser lo que sea que seamos y qué horrible sería ser “eso”. El problema del ser traspasa la época de Parménides.
Esta discusión es mucho más profunda de lo que yo puedo demostrar. Se trata de una discusión interna con cada uno de nosotros, en la que finalmente aceptemos nuestras verdades y podamos expresarlas, actuar en consecuencia y cambiar, si así lo decidimos por convicción.
Se supone que el ser humano va en busca de la felicidad y crea un proyecto de vida, cuya meta final (explícita o implícitamente) es encontrarla. El camino siempre se torna complicado, pero más de la mitad de esos obstáculos consisten en las limitaciones auto-impuestas: El no querer decir lo que sentimos y que termina siendo muy obvio para quien nos acompaña en el viaje, pero que tampoco lo menciona porque no quiere equivocarse, o porque no le conviene, o por miles de razones diferentes.
Creo que no debemos naturalizar que la gente ande por el mundo declarando que es esto o aquello. Yo ruego por un mundo en el que la gente actúe tomando en cuenta valores, creencias, ideas y emociones auténticas, donde que alguien sea homosexual no sea noticia y donde la diversidad sea el estímulo para que cada uno sea tan único como sea posible.
Las preferencias sexuales no son el problema, éstas son acuerdos sociales y culturales que pueden ser cuestionados. Desde mi punto de vista, muchos heterosexuales han hecho daño a otras personas. Si quieren condenar algo hay muchos otros problemas en este mundo a los que pueden atacar y que, además, no son secretos, no han sido anunciados a través de comunicados ni alarman a otros. Los grandes males de esta sociedad están a la vista de todos, y son pocos lo que intentan erradicarlos. Quizás eres uno de esos males, así que no esperes más para hacer algo por el mundo en el que vives.